Puedo decir que amo el olor a la tierra mojada que sale del pasillo eterno, eterno por que se suspende en el tiempo, esta echo de piedras de rió, encajadas entre mezcla y tierra, se afianzan con el paso de la gente, que también deja historias resonando en las paredes debe de ser de antes de la revolución, increíble en ratitos ahí vive mi abuela, ahí quisiera encontrarme con mi alma. O cuando menos llevarla a comer, carne asada con frijoles de la olla un poco de limón chile (echo en casa) y tortillas recién echas (alguien es psicólogo? Que me diga por que!) quisiera abrazar a mí madre y decirle que la quiero, que puede volver a ser niña, quiero dormir en una de esas camas (temiendo que el viejo techo caiga encima de mi) y escuchar el estruendo de los caballos los gallos y la gente que desde muy temprano no me dejaran dormir, y si llueve me quiero mojar caminar al patio donde seguro me resbalare por el moho que crece, antes de dejar de querer faltara deleitarme con las guayabas fresa que se dan en el árbol de en medio justo frente ala cocina, cerca del cuarto que antes tenia tiliches y olía a viejo en el centro cerca de la puerta que da hacia la huerta, siento tanto amor de recordar, después del jugo de toronjas enamoradas cursis y jotas (por que son rositas) me are un omelet (a la leoncito) con huevo de las gallinas culecas o algo así (así me dijo mi abuela) del corral (las gallinas, no mi abuela) y tomare leche de vacas contentas (aunque siempre tiene cara de aburrimiento)
Ahora se que en mi vida real, la que esta pasando ahora y me gusta tanto, esta falta de lo anterior. No soy infeliz. Pero no puedo afirmar con certeza si estoy completo.
Hoy pasaron cosas muy chidas, y no muy chidas me he sentido de todas las sensaciones (todas!!)
Entre tantas, parece ser que me quieren dar de baja de la escuela de música, ame, me deprimí, ayude, me ayudaron.
Pero nada se compara con la nostalgia del sabor de lo lejano.
Por cierto hablo de la casa de mi abuela (que extraño mucho) en Teocuitatlan de Corona Jalisco
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